El Platino

by Sharmila Bertin

Una fuerza luminosa frente al tiempo

El platino es conocido como «el metal de los reyes» por la nobleza de su deslumbrante color gris blanco y su temperamento perdurable, que le permite sobreponerse con orgullo al paso de los años. Estas cualidades lo distinguen de otras aleaciones ferrosas más sensibles. Ha acompañado las creaciones de la Maison desde que Abraham-Louis Breguet lo introdujo en la relojería, allá por 1780, hasta la actualidad, y forma parte de los últimos relojes excepcionales presentados en 2024.

Aunque su aparición en el panorama relojero pueda parecer antigua, ya que se remonta a casi dos siglos y medio, en realidad es más bien reciente, dada la prolongada relación de este metal precioso con el ser humano. De hecho, en la escala del tiempo el platino está presente desde el antiguo Egipto, y ha acompañado la evolución de la civilización con toda discreción hasta que su grandeza fue revelada al público, convirtiéndolo en uno de los metales más importantes y codiciados del mundo. Sinónimo de resistencia gracias a su composición, que le confiere numerosas cualidades, es también un símbolo de excelencia en las colecciones de Breguet, que lo combina con su saber hacer altamente técnico.
 

De la sombra a la luz

Su nombre procede del español «plata» y de su derivado «platina», un diminutivo que hace referencia a una plata de calidad inferior. Esta palabra alude a un metal blanco descubierto por los conquistadores poco después de su llegada a Centroamérica, entre los siglos XV y XVII. Dicho metal fue denigrado tanto por estos exploradores militares de la Península Ibérica como por sus contemporáneos científicos, todos ellos obsesionados con la búsqueda del oro y del famoso El Dorado.

Sin embargo, varios milenios antes de la invasión española, muchas culturas ancestrales, desde el antiguo Egipto hasta la época precolombina, habían puesto en valor las ventajas del platino, fácil de trabajar y martillear, a la vez que inalterable. Los 
mineros y los buscadores de oro lo extraían en forma de pesadas pepitas, y luego los artesanos lo utilizaban en estado puro o combinado con otros materiales, a menudo ferrosos, para fabricar joyas, adornos, incrustaciones decorativas en sarcófagos y utensilios diversos.

No fue hasta la década de 1740 cuando científicos europeos como el astrónomo sevillano Antonio de Ulloa, el herrero inglés Charles Wood y su compatriota y químico William Brownrigg se interesaron por las propiedades físicas de lo que más tarde se llamaría el «metal de los reyes». De esta forma, el platino pasó por fin de la oscuridad a la luz.


 

El platino es un símbolo de excelencia en las colecciones de Breguet, que lo combina con su saber hacer altamente técnico.

El físico del tiempo

Desde los primeros años de su formación como relojero en París, rodeado de expertos como Ferdinand Berthoud y Jean-Antoine Lépine, Abraham-Louis Breguet manifestó un vivo interés por las matemáticas y la física que alimentó gracias a las lecciones impartidas por el abate Joseph-François Marie, cuyo espíritu cartesiano compartía. Esta pasión, unida a su insaciable curiosidad, le llevó a explorar nuevas vías, probar nuevos enfoques e idear nuevas técnicas en su taller del Quai de l’Horloge para hacer avanzar la ciencia del tiempo.

Durante sus primeras investigaciones, en 1775, el talentoso mecánico de Neuchâtel dirigió su atención hacia un metal «desconocido» procedente del continente americano, cuya composición aún se estaba estudiando. Se utilizaba poco, casi exclusivamente en joyería, y era sobre todo complejo de mecanizar, con un punto de fusión de unos 1 800 grados. Pocos fabricantes disponían de hornos suficientemente robustos para soportar tales temperaturas. Dicho material era el platino.

Este material, antiguo y a la vez moderno, poseía para Breguet unas cualidades ideales para impulsar la masa oscilante de sus relojes de bolsillo automáticos, conocidos como perpetuos, mediante sencillos movimientos cotidianos, ya que su peso es superior al del oro. Con esta finalidad estudió el platino, diseñó pesas en forma de martillos redondeados, recurrió a científicos para confirmar sus propios cálculos y se puso en contacto con sus proveedores habituales para informarse sobre el aprovisionamiento y posterior fundición del metal.
 

Un metal innovador 

En el corazón de los archivos de 
Breguet, preciosamente conservados en las cajas fuertes de su museo situado en la plaza Vendôme de París, uno de los libros más antiguos revela los secretos de producción de una nueva serie de relojes perpetuos —a los que Abraham-Louis Breguet debe gran parte de su éxito en la corte (Luis XVI y María Antonieta eran clientes suyos)— iniciada en 1787 con pequeñas cantidades. Confirma que en aquella época el ingenioso relojero fabricaba personalmente algunas masas de platino, como lo atestigua la inscripción de su nombre. El resto de la serie fue diseñado por sus fabricantes favoritos.

El deseo de Abraham-Louis Breguet de innovar con nuevos materiales no se limitó a las masas oscilantes, ya que decidió explorar también el uso del platino —un elemento raro, caro y más pesado que otros metales— en la fabricación de cajas. 
 

Para Abraham-Louis Breguet, este material ofrecía las cualidades ideales para accionar la masa oscilante de sus relojes perpetuos.

Fue, no obstante, de forma limitada, tal como se aprecia en los voluminosos registros de ventas que mencionan una pieza en 1806, un reloj de suscripción (un modelo de una sola aguja) en 1807 y, posteriormente otros seis modelos, tres de los cuales eran suscripciones. Más tarde, en los inicios de la moda bicolor, el taller del Quai de l’Horloge propuso relojes con cajas de oro provistas de biseles de platino y, tras la muerte de Abraham-Louis Breguet, cuando su hijo Antoine-Louis heredó la empresa, pequeñas cadenas que combinaban diferentes orígenes metálicos.

Aunque la introducción del platino en la relojería por parte de Abraham-Louis Breguet fue un acto pionero, después de esta irrupción en la luz este material acabó regresando a las sombras. No hay constancia de ningún reloj fabricado con el mismo en la segunda mitad del siglo XIX. La década de 1920, con la moda del ­osmior —una amalgama de oro gris considerada actualmente el antepasado del oro blanco—, también contribuyó a esta desafortunada, aunque temporal desaparición.

Más precioso que el oro

Gracias a los avances técnicos en el campo de la química, que han permitido conocerlo mejor, así como a la experiencia, que ha facilitado dominar su manipulación, el platino se hizo un lugar en multitud de industrias hará unas cinco décadas. Está clasificado en el grupo de los materiales estratégicos, que incluye recursos naturales considerados limitados, presentes únicamente en determinadas regiones del mundo (alrededor del 70 % de la producción minera de platino se encuentra en Sudáfrica) y cuya extracción es tan compleja como costosa. En términos más generales, desempeña un papel vital desde el punto de vista económico y, por extensión, geopolítico.
 

Esta nueva mirada sobre el platino, a menudo considerado más precioso que el oro, aunque su valor esté en ocasiones sujeto a fluctuaciones, se corresponde con su destacado retorno a las colecciones de Breguet, en particular a la primera generación de relojes Marine, a partir de los años 90. Tanto en joyería como en relojería, el platino 950 (95 % de composición garantizada por el título legal) se ha convertido en un elemento esencial. Es un símbolo de eternidad, reflejado en las alianzas que se intercambian en el momento de una unión, porque su armadura de luminosidad excepcional es más sólida, más resistente a los arañazos y más perdurable frente al paso de los años y las adversidades. Combina su fuerza con la belleza de la Alta Relojería y la magia mecánica de las grandes complicaciones. Además, su color plateado, más discreto que el ostentoso oro amarillo o rosa, atrae a un número creciente de clientes de prestigio, mientras que su peso, muy superior al del acero, confiere elegancia a la muñeca.

El platino se ha utilizado en las diferentes líneas de productos, tanto en las cajas como en las masas oscilantes, para acompañar a mecanismos complejos como la ecuación activa del tiempo, el calendario perpetuo, la fase lunar, el tourbillon extraplano o el doble tourbillon, sin olvidar las piezas diseñadas para celebrar un aniversario o un acontecimiento especial. 
 

Up:

Gravure et pose d’une masse oscillante périphérique en platine.

Un brillo moderno

No hace falta ser un especialista en metales para distinguir el platino de cualquier otro material de aspecto similar: basta con dejarse guiar por los sentidos para que los ojos perciban su reflejo blanco ceniza, similar al de la superficie de la Luna, y la mano acaricie el objeto y lo sopese. Mientras que la relojería proporciona la información temporal necesaria para navegar a lo largo del día, los relojes concretan estos puntos de referencia y les confieren una dimensión íntima. La hora se lleva contra la piel. El platino se siente en la piel.

Más allá del valor personal y sentimental atribuido a un modelo, el aspecto refinado de este material, con su doble personalidad ancestral y moderna, magnifica el trabajo técnico o artístico realizado por los relojeros y artesanos que trabajan en los talleres de la Manufactura en el Valle de Joux. Así sucede en los nuevos modelos presentados durante el otoño de 2024.

Como un sabio virtuoso de la belleza, resalta la intensa profundidad del 
esmalte Grand Feu negro del dúo Classique 5177 y 7787, apuntala con firmeza la potencia mecánica del Marine Tourbillon Equation Marchante 5887, destaca el intrincado trabajo de la esfera del Classique Double Tourbillon Quai de l’Horloge 5345 y anima la arquitectura distintiva de la esfera del Marine Tourbillon 5577.

Breguet Marine