En 1775 da comienzo el reinado de Luis XVI, que trajo un soplo de aire fresco para Francia. El rey es amigo de las artes, y Breguet aprovecha este hecho para poner en marcha su negocio, que avanza viento en popa hasta el estallido de la Revolución Francesa en 1789. La inestabilidad imperante en París le obliga a abandonar su país de adopción y regresar a Suiza. Tras su regreso a Francia, Abraham-Louis Breguet se entrega a la tarea de reconstruir su negocio y buscar nuevos clientes.
El Perpétuelle, reloj real por excelencia.
El desarrollo y perfeccionamiento del Perpétuelle (nombre empleado por Abraham-Louis Breguet para designar sus relojes de carga automática) constituye el primer gran éxito de la carrera de Breguet. Muchos de sus contemporáneos trabajaban en este asunto, pero sin resultados concluyentes. Él fue el primero, gracias al empleo de la masa oscilante, en dar con una fórmula que permitía realizar un reloj automático fiable. El primer Perpétuelle se vendió al duque de Orleans en 1780. En los años sucesivos, “el reloj que se arma solo” aportó a Abraham-Louis una gran celebridad, no solo en la corte de Versalles, sino en toda Europa. Sin parangón en aquella época, tanto desde el punto de vista técnico como estético, el Perpétuelle, reloj real por excelencia, sigue siendo hoy un símbolo de la prodigiosa creatividad de su inventor. El reloj automático más antiguo de Breguet encontrado hasta la fecha es el Perpétuelle con repetición Breguet N° 1/8/82, de 1782. Las oscilaciones de la masa de platino aseguran el armado de su movimiento.