La desaparición de Abraham-Louis Breguet no mermó el interés por la Manufactura de las élites y las familias reales. Muestra de ello es la adquisición de un reloj Breguet por la reina Victoria de Inglaterra en 1838, un año después de su ascensión al trono. Los admiradores de Breguet también proliferaron entre los artistas, entre ellos el gran compositor italiano Gioachino Rossini, quien se hizo con un pequeño y sencillo reloj en 1843.