La Manufactura adquiere una sólida reputación entre la alta sociedad parisina y la corte francesa, cuyos miembros se convierten en fervientes coleccionistas. María Antonieta y Luis XVI encargaron diversos relojes a Breguet hasta su caída del poder. Pocos años después, Napoleón Bonaparte y Josefina se incorporaron a la cartera de clientes de la Manufactura.