El último largometraje del director británico Ridley Scott trata sobre Napoleón Bonaparte, cliente de Breguet. El relojero del Quai de l'Horloge le entregó al general tres relojes para su campaña de Egipto, que le servían también para simbolizar su poder y su estatus social: un reloj de repetición, un reloj de viaje con almanaque y repetidor (el primero de este tipo) y un reloj perpetuo de repetición. En la película también aparece una mujer, una tal Joséphine de Beauharnais, que también era cliente de la Casa. Según los registros cuidadosamente conservados en la plaza Vendôme, la familia de Napoleón adquirió un centenar de piezas hasta el final del Imperio.
