En 1775 da comienzo el reinado de Luis XVI, que trajo un soplo de aire fresco para Francia. El rey es amigo de las artes, y Breguet aprovecha este hecho para poner en marcha su negocio, que avanza viento en popa hasta el estallido de la Revolución Francesa en 1789. La inestabilidad imperante en París le obliga a abandonar su país de adopción y regresar a Suiza. Tras su regreso a Francia, Abraham-Louis Breguet se entrega a la tarea de reconstruir su negocio y buscar nuevos clientes.
La espiral es un pequeño muelle cuya elasticidad asegura las oscilaciones del volante. Se encuentra acoplada al eje del volante por su extremidad interior y al reloj por su extremidad exterior. La espiral plana, inventada por el matemático holandés Huygens en 1675, ofrecía un grado de isocronismo que dejaba bastante que desear. En 1795, Abraham-Louis Breguet solucionó el problema elevando la última espira del muelle hacia el interior siguiendo una curva calculada con precisión que dotaba a la espiral de un desarrollo concéntrico. Los relojes ganaron así en precisión y el desgaste del eje del volante se ralentizó. Breguet, además, perfeccionó una brida de compensación bimetálica para contrarrestar los efectos de los cambios de temperatura en la espiral.
Las grandes firmas relojeras adoptaron la espiral Breguet, que siguen empleando a día de hoy en los relojes de alta precisión. Entre 1880 y 1910, aproximadamente, muchos fabricantes grabaron en las tapas de sus relojes la inscripción “spiral Breguet” para dotarlos de mayor atractivo. Breguet, no obstante, nunca realizó este tipo de inscripción.