En su regreso a París tras la Revolución Francesa, Abraham-Louis Breguet se encuentra con una Francia cambiada. Se dedica entonces a extender su clientela en el extranjero, y es en Rusia donde cosecha un mayor éxito. En 1808 abre un establecimiento en San Petersburgo, que se ve obligado a cerrar tres años más tarde cuando el zar Alejandro I prohíbe la entrada de productos franceses en suelo ruso como respuesta a la política de Napoleón.