Abraham-Louis Breguet abandona su hogar en Neuchâtel siendo apenas un adolescente, y se dirige a Versalles y París con la intención de convertirse en aprendiz de relojero. En 1775 abre su propio taller en la Ile de la Cité de París con la ayuda de Abbot Joseph-François Marie, quien acoge al joven Breguet bajo su protección y lo presenta en la corte francesa. La aristocracia francesa no tarda en convertirse en la clientela de Breguet. Obligado a abandonar Francia durante el periodo oscuro de la Revolución, Breguet regresó en 1795 para reconstruir su negocio.