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Los oficios artísticos artesanales en Breguet

Cada movimiento de Breguet presenta una asociación de distintas decoraciones.

Los oficios artísticos artesanales en Breguet
En Breguet, los oficios artísticos artesanales no son solo una manera de enaltecer la mecánica relojera. Son la esencia misma de la Maison, que siempre ha puesto en el mismo plano la estética y la técnica, las artes y las ciencias, el rigor y el sueño.

El guilloché

El guilloché se convirtió así en un auténtico emblema de la Maison Breguet. Un legado que no ha hecho más que perpetuar: unos treinta tornos se han reconstruido dentro de la propia Manufactura. Muy parecidas a las máquinas antiguas, las nuevas están dotadas sin embargo de equipos avanzados en materia de ergonomía, iluminación, óptica y precisión. Este taller es uno de los más importantes de toda la industria relojera y los artesanos que trabajan allí son capaces de realizar una gran variedad de motivos geométricos. En un deseo de renovación perpetua, la Manufactura ha creado una oficina de investigación y desarrollo dedicada especialmente a este arte, cuyo objetivo es desarrollar nuevos motivos guilloché. Casi todos los relojes Breguet están decorados con un guilloché, ya sea sobre la esfera, la caja, la masa oscilante, la platina o los puentes.

El grabado

El grabado también ha surcado el tiempo para convertirse hoy en una de las señas de identidad de Breguet. Los artesanos grabadores, la mayoría formados en la propia Manufactura y con varios años de experiencia, han adquirido la extraordinaria capacidad de respetar una gramática artística propia de Breguet al tiempo que conservan su vocabulario estético particular, una riqueza esencial de todo trabajo artesanal. Si bien la talla suave (motivos en volutas) es el origen de la mayor parte de las creaciones, en particular sobre los puentes, la platina y la carrura, otras técnicas como el grabado en relieve o en profundidad figuran también en el catálogo de sus conocimientos especializados. Entre ellos está el grabado a mano de las letras y los números que figuran en el fondo de los relojes, un detalle muy poco habitual en la industria relojera.

El achaflanado

Considerado en todas partes como un acabado usual pero muy difícil de realizar, el achaflanado alcanza en Breguet el rango de oficio artístico. Este acabado, que requiere de una destreza extraordinaria, consiste en eliminar con una lima las aristas vivas de los distintos componentes formando un chaflán o bisel de 45 grados cuyo ancho debe ser constante y con ángulos perfectamente paralelos. Además, el pulido debe quedar perfecto, de modo que el reflejo sea uniforme, sin torsiones ni facetas. Por último, ya en el paroxismo del gesto virtuoso, las esquinas entrantes solo deben mostrar una línea pura, formada en el punto de encuentro de los dos chaflanes. No solo ninguna máquina permite obtener un resultado como este, sino que, además, los estudios para aprender este oficio han desaparecido. El taller de achaflanado de Breguet es simplemente el más importante de Suiza. Una elección que demuestra el extremo cuidado que la Maison confiere a la calidad de sus movimientos.

El esmaltado

El esmalte Grand Feu también pudo perderse por los estragos del paso del tiempo. Hoy hay solo un puñado de artesanos suizos capaces de dominar todas las sutilezas de este arte. Mezcla de silicio y de óxidos molidos, los polvos de color se disuelven en el agua antes de ser aplicados sobre una base, según técnicas distintas como el champlevé, la pintura en miniatura, la grisaille o el plique-à-jour. Pero el secreto de fabricación, crisol de los conocimientos especializados más insospechados, reside en el proceso de cocción. Cada capa suplementaria, cada color añadido, necesita una nueva cocción, a una temperatura y con una duración que solo la maestría puede dictar. En ocasiones se necesitan muchas semanas para componer una sola esfera en esmalte tradicional.

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