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Oficio de arte o arte del oficio, el saber hacer de los artesanos de la fábrica Breguet sigue siendo sin ningún género de dudas una de las piezas maestras de la marca.

La relojería en Breguet.
Los archivos de Breguet, que se conservan en Suiza y en París, registran los avances que han sostenido la relojería de Breguet durante más de dos siglos. La empresa tiene el deber de mantenerse por delante de su época con un caudal de invenciones y mejoras.

Actualmente los relojes Breguet se fabrican en el Vallée de Joux, el centro de la relojería mecánica avanzada. Los talleres de Breguet reúnen unos recursos extraordinarios para abarcar los aspectos esenciales de la relojería.

Equipados con herramientas de relojería que Breguet ape­nas podría imaginar, sus sucesores en los talleres de Breguet combinan procesos de vanguardia con técnicas tradicionales celosamente conservadas. La constante modernización de su equipo revela la motivación de los artesanos que construyen el reloj Breguet, el orgullo por su trabajo.

Impulsados por el mismo entusiasmo que Breguet volcó en su arte, los artesanos trabajan diariamente para perfeccionar las piezas que le valieron a Breguet su posición como arquitecto de la mejor relojería.

La producción de relojes está dividida en una docena de talleres muy diferentes. En uno, enormes prensas ejercen una fuerza tremenda para cortar minúsculos componentes metáli­cos. En otro, lo más lejos posible de las fuentes de vibración, las máquinas de transferencia por control numérico tallan com­plejas formas en metal con tolerancias de unas pocas micras. La concentración es palpable en la atmósfera libre de polvo de los talleres de ensamblaje y encaje.

El silencio se intensifica por el leve zumbido de un quema­dor o el susurro de una lima cuando un relojero introduce algo de holgura en un componente sumamente preciso.

Cada uno expresa el callado orgullo de la pericia en su mejor forma. En un mundo ampliado, los minúsculos componentes van encajando progresivamente y sus superficies van siendo acaba­das para su inspección implacable, antes de combinarse para formar el mecanismo de asombrosa complejidad que da vida a un reloj Breguet. Los relojeros de Breguet consideran la exactitud como el sagrado deber de su arte. Tras los métodos individuales hay un compromiso común para alcanzar los más elevados estándares de trabajo a través de un refinamiento constante. Aplicando técnicas que preceden a las máquinas, trabajan con rapidez y precisión para crear instrumentos en armonía con la partitura más exigente de todas, la silenciosa música del tiempo.

El enfoque de la relojería de Breguet conserva la individua­lidad de cada reloj en un mundo de productos estandarizados.

A.-L. Breguet jamás fabricó dos relojes exactamente iguales y no hay razón para que la empresa que fundó tenga que romper esa tradición. Además, los coleccionistas de relojes Breguet nunca lo permitirían.

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